El antes...
· Decidimos en la reunión de monitores que iremos a la fiesta de la tierra en el parque de la Ciutadella (hace 15 días)
· Una monitora se ofrece a informarse de lo que podemos hacer en la fiesta (hace 15 días)
· Hablamos con las familias para recordarles que el sábado tenemos actividad y, de paso, saber cómo están, qué tal pasaron estos días, recordarles que los chavales desayunen bien y que -en algunos casos- no se olviden de traer chaqueta! (hace tres días)
· Enviamos un mail a los/as voluntarios/as para saber con cuántos monitores contamos finalmente y concretar cómo quedamos (dos días antes)
· Los monitores responden al mail (un día antes)
... y el después...
· Los monitores quedamos a las 10. Antes, una monitora ha ido a por la mochila con los documentos y las cosas básicas y ha comprado las tarjetas de metro.
· Nos enteramos de que contaremos con una monitora menos porque en el otro grupo de monitores -que trabaja con otro grupo de niños- hay una baja y necesitan refuerzos.
· Decidimos a qué chavales vamos a buscar cada uno.
· Llegamos poco a poco. Vamos con retraso, son las 10:40 cuando llega el último grupo (algunos niños estaban durmiendo).
· Nos sentamos, pasamos lista, explicamos a los niños lo que haremos y nos dividimos en dos grupos (grandes y pequeños) con sus respectivos monitores.
· Subimos al metro. Bajamos y resulta que, como están en obras, nos hacen salir por otro sitio.
· Nos confundimos de calle, retrocedemos y encontramos el camino.
· Llegamos al parque y no encontramos las actividades programadas para niños.
· Preguntamos. Nos dicen que llevan casi una hora de retraso y que de momento no hay nada.
· Cunde el pánico, encontramos a una cuentacuentos sola y nos vamos con ella.
· Acaba al cuento y sigue sin haber más actividades. Decidimos dividirnos pequeños/grandes y jugar por nuestra cuenta.
· Volvemos a casa. Hacemos las filas. Los pequeños empiezan a andar; a los grandes (de 8 a 12 años) les cuesta más, no logran mantener la fila y cada dos por tres paramos para reorganizarnos.
· El tranvía llega a lo lejos y la fila se deshace de nuevo: ¡tenemos que correr para que no se nos escape!
· Bajamos del tranvía, estamos a dos calles de casa. Nos vuelve a costar hacer la fila. Empezamos a andar, paramos, andamos, paramos. Tardamos más de veinte minutos en llegar.
· En el último semáforo uno de los niños más grandes pega a otro. Lloros, alboroto, discursito de la monitora.
· Llegamos a los campamentos, conversamos con las madres y nos despedimos de los chavales.
· Los monitores nos encontramos en la sede para hacer la valoración del día: ¿Qué fue mal? ¿cómo lo podemos arreglar? ¿lo hemos pasado bien?
· Decidimos qué haremos el próximo día, nos repartimos las tareas y... vuelta a empezar!
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