miércoles, 18 de febrero de 2009

De guiri en mi ciudad

No hace mucho, mi madre y yo nos apuntamos a una ruta turística por el barrio gótico de Barcelona. Que alguien te cuente cosas de tu ciudad es una experiencia muy recomendable porque, aunque algunas cosas ya las sepas, seguro que descubres lugares, detalles e historias que no hubieras imaginado.

La muralla romana de la ciudad tenía seis puertas que cada noche se cerraban a cal y canto. Una de esas puertas estaba junto a la plaza Cataluña. Dicen que San Vicente Ferrer paseaba un día por ahí cuando bajó un ángel y le saludó (ignoro el resto de la conversación..), y el milagro se celebró colocando la estatua de un ángel junto a la puerta. Es la calle que hoy conocemos como Portal del Ángel, y ahí lo tenéis:


Bajando por el Portal del Ángel podéis girar a la izquierda por la calle Canuda y encontráis una placita con un antiguo cementerio. Lo que no sabía era que en época romana los cementerios estaban fuera de la ciudad pero en la época gótica estaban dentro.

Para los romanos, Barcino era una ciudad menor donde se instalaban los soldados jubilados. En la plaza de la Catedral había dos torres de vigilancia. Aún se ve parte de una, con San Roque al lado como protector de la ciudad (sobre todo en tiempos de la peste).


La catedral era en su época un lugar de encuentro social y político, donde se encontraban burgueses, comerciantes y canónigos. Los campesinos seguramente frecuentaban más la calle de atrás, donde está la Casa de la Ardiaca y donde, cada año al llegar la pascua, esperaban que el huevo bailara sin parar sobre el agua para asegurarse una buena cosecha.


Unos callejones más allá está la plaza Felip Neri. La iglesia es una de las pocas barrocas de la ciudad y sobre la que cayó una bomba de Mussolini en 1938. El techo cedió y los escolares que se habían refugiado dentro murieron; su pared la aprovecharon los franquistas como paredón de fusilamiento... y una cosa de que no sabía: como la iglesia quedaba escondida eran muchos los que iban allá a confesarse.


Y entre historia e historia, otros pequeños detalles...



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