En Barcelona, una treintena de organizaciones se han reunido para debatir sobre la crisis. Hay que aprovecharla “para reforzar nuestro rol como agentes de transformación social y para visibilizar nuestra aportación a la sociedad”, han dicho. Y no sólo eso. Ante la previsión de menos dinero público y privado los actores sociales deben ser creativos y eficientes, lograr un discurso común y trabajar en red.
A miles de kilómetros de Barcelona esto se ha hecho realidad. En Pekín, mientras los gobernantes europeos y asiáticos se reunían en la VII Cumbre Asia-Europa, medio millar de entidades sociales han aportado 77 medidas para paliar la crisis. Un poco más al sur, en Mozambique, miles de campesinos de todo el mundo también han puesto sobre la mesa sus propuestas. Y lo mismo han hecho instituciones reconocidas como el Transnational Institute.
Sus ideas se basan en iniciativas que ya funcionan, en compromisos adquiridos y en demandas de millones de personas. Éstas son algunas:
· Invertir el dinero público para rescatar bancos en rentas básicas, viviendas dignas y servicios básicos
· Reducir el gasto militar (sólo en el Estado español, este 2008 cada uno de nosotros hemos destinado 422 euros a armamento)
· Cumplir lo firmado en el Protocolo de Kioto
· No financiar proyectos que crean injusticia social
· No privatizar servicios públicos como el agua, la educación y la salud
· No especular con los alimentos (¿cómo es posible que en la Bolsa de Chiga ya se hayan vendido las cosechas de los próximos siete años si no han sido producidas?, se pregunta Joao Pedro Stedile, del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil)
· Promover los presupuestos públicos participativos (como se hace en la brasileña Porto Alegre pero también más cerca, en Rubí, Albacete, Sabadell, Puente Genil...)
Está por ver si los que llevan la sarten por el mango se quitarán los tapones de los oídos para, por lo menos, escuchar estas alternativas contra la crisis e incluirlas en el debate.
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