lunes, 11 de agosto de 2008

60 millones de euros para que Auschwitz viva


'Arbeit mach frei' (El trabajo os hace libre). Así recibían los nazis a las miles de personas que durante la II Guerra Mundial fueron detenidas y llevadas a Auschwitz (Polonia).

Auschwitz. Uno de los mayores campos de concentración del nazismo, donde más de 1,3 millones de personas murieron a causa de los trabajos forzados, gaseadas o tiroteadas. La mayoría eran judíos, pero también pasaron miles de intelectuales polacos, miembros de la resistencia polaca, prisioneros soviéticos, gitanos y personas de otras minorías.


De los 30 pabellones que hay en Auschwitz, una docena están abiertos al público para mostrar el horror de la guerra. Los alemanes aprovecharon una antigua fábrica polaca para construir el campo de concentración, por eso muchos de los edificios son de ladrillo.

A los que estaban demasiado débiles directamente se les mataba. El resto realizaba trabajos forzados durante el día y por la noche dormían apilados en esta especie de cajones.



Las verjas rodean todo el campo y sólo 300 personas las pudieron esquivar y escapar. Dentro, los edificios albergaban a las víctimas o se utilizaban para fines como experimentos en mujeres y niños judíos.


A dos kilómetros de Auschwitz se encuentra Birkenau, también conocido como Auschwitz II y donde se produjeron la mayoría de las muertes. Tenía 300 pabellones con capacidad para 200.000 personas. Un detalle da a entender lo que era: la vía del tren entraba al campo y llegaba hasta las cuatro cámaras de gas y el crematorio que funcionaban día y noche.


Por estos campos pasaron millones de personas, entre ellas gente como Primo Levi y Ana Frank. El 27 de enero de 1945 los soviéticos liberaron a los que aún sobrevivían en Auschwitz I y II; años más tarde se declaró Patrimonio de la Humanidad.

Entrar en estos campos de concentración es gratis. La comunidad internacional aporta cada año 190.000 euros y el Estado polaco pone los 3 millones de euros restantes.

Pero ahora se necesitan otros 60 millones de euros para que Auschwitz siga en pie, sino podría desaparecer y con él parte de memoria histórica siempre necesaria para entender el pasado y para no perder la capacidad de indignación ante situaciones del presente que tienen similitudes.

Si podéis pasaros por Auschwitz y, por favor, no os hagáis fotos en la entrada sonriendo y saludando a la cámara.


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